Hace algunos años empecé a estudiar la escritura en braille de manera autodidacta.
Siempre me apasionaron los papeles y todo lo que se puede explorar a partir de ellos.
Todo un universo de texturas, de luces y sombras.
El braille es una hermosa forma de escritura que nos incluye a todos si nos animamos a explorarlo. Es bello al tacto, a la vista y si perfumamos el papel invitamos a nuestro amado sentido del olfato a participar de la experiencia.
No hay quien no se detenga un momento con sus dedos sobre esos puntitos e intente adivinar o simplemente sentir su textura.
Hay quien se anima a ir por más y cierra los ojos para explorar con sus dedos e intentar adivinar alguna letra o palabra.
Hace un tiempo empecé a compartir, con los niños y niñas con quien trabajamos comunicación a través de diferentes recursos, este hermoso sistema de escritura.
Ellos se acercan a é de una manera muy lúdica y curiosa.
No falla, con solo sacar la tablilla y el punzón nos sumergimos en ese nuevo mundo de nombres, palabras y mensajes ocultos a descifrar.
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